Apoyo mi cara sobre una mano y con la otra agarro el vaso de mi nestea. En el bar no deja de escucharse la música rock. Él me habla animado del proyecto que va a presentar en una universidad al final del curso, me siento tan orgullosa de él. Más que nunca. Y eso que quizá no tiene demasiada importancia. Bajo la vista a su móvil para mirar la hora y cuando vuelvo a posar los ojos en él, que sigue hablando de sus cosas, se me olvida hasta mi nombre. Y es que juro que esos labios no pueden ser de este mundo, me tienen perdida. Me mata que sean de otra, me mata que él ya tenga a alguien. Me mata. Cuando estoy con él el proceso siempre es el mismo, tengo que agarrar con fuerza mis manos, fuerte, muy fuerte, aguantándome las ganas de abrazarle y quedarme así siempre. Con la persona que más quiero entre mis brazos.
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